lunes, 5 de marzo de 2012

El rapto del tiempo. Experimientos, Curiosidades y fantasías sobre los tiempos de espera

Actualmente vivimos en una sociedad en la que los tiempos de esperan sino han desaparecido, se han mermado en su mayoría; dependientes de teléfonos móviles que nos permiten estar localizados 24 horas al día, redes sociales que nos conectan con todo el mundo, literalmente; correos electrónicos que llegan de manera instantánea hacen que seamos una "sociedad del instante",  y ante cualquier factor que desmonte nuestro breve tiempo de espera nos volvemos ansiosos, estresados y paranoicos. Todo ello, sin darnos cuenta repercute en el tiempo que "perdemos" en colas, médicos, ventanillas...

Sobre todo ello es lo que trata el libro de José Luis Zapatero y Diana Gavilán: El rapto del tiempo.  Experimentos, curiosidades y fantasías sobre la gestión de esperas. Un libro escrito a cuatro manos al igual que nuestra entrevista que invita a reflexionar sobre todo lo comentado anteriormente de una forma muy curiosa, ya que en el libro se combina el estudio del tiempo de espera con una serie de relatos muy interesantes y divertidos a modo de ejemplo sobre lo anterior.

De todo ello hemos hablado con José Luis y Diana:

1.    José Luis, Diana. ¿Por qué empezasteis a escribir? ¿Qué es lo que os llevó a ello?

JL: Empecé a escribir en el colegio y supongo que el motivo para hacerlo, entonces y ahora, es que me gusta jugar. Cuando escribes creas un universo a tu antojo y no tienes más limitación que tu propia imaginación. Te conviertes en el dios de ese mundo al que das forma y en el que escoges todos y cada uno de sus detalles, sus personajes... ¿Qué otro pasatiempo puede ofrecerte tanto? Para mí, el folio en blanco (hoy la pantalla de ordenador) es la mejor caja de juegos que te pueden regalar.
Además, por supuesto, está el amor a la lectura y al lenguaje, a las palabras.

D: Mis motivaciones son un poco diferentes. A mí me gusta escribir porque me gusta explicar cosas. Me dedico a la docencia y es mi vocación.

2.    ¿Por qué decidisteis estudiar el tiempo? Especialmente los tiempos de espera.
D: Toda la vida he sentido fascinación por el tiempo, pero desde el punto de vista de la experiencia, de cómo se vive y se siente el tiempo. Por azar cayó en mis manos un artículo de unos holandeses que estudiaban las esperas: el tema me atrapó y decidí escribir mi tesis doctoral sobre cómo nos influye el tiempo de espera.

JL: A mí el tiempo también me resulta apasionante y cuando Diana me propuso la idea de escribir este libro enseguida quise hacerlo, porque me pareció que desde el punto de vista de la creación literaria ofrecía muchísimas posibilidades.

3.    Vuestro libro es una obra muy curiosa ya que combina una primera parte de explicación científica y otra de  relato ficticio que ejemplifica lo explicado con anterioridad, ¿cómo surgió esta combinación? ¿Fue difícil realizarla?
JL: Cada capítulo aborda un factor que nos afecta a la hora de esperar. Se inicia con una introducción escrita por Diana contando curiosidades y estudios reales, y a continuación yo escribo un relato de ficción relacionado con ese factor.
Es cierto que mis historias sirven para ejemplificar lo que cuenta Diana, pero quise escribir unos relatos con vida propia y no encorsetados por tener que explicar una teoría. No son fábulas para extraer moralejas, sino historias que aunque funcionarían fuera del contexto de este libro, al estar incluidas en él y contar con el contrapunto de las introducciones se enriquecen, porque nos dan la oportunidad de mirarlos desde otro punto de vista y poder pensar y extraer nuestras propias conclusiones.

D: Para mí fue difícil encontrar un tono que no fuera demasiado formal, pero que me permitiera contar la parte “científica”. Al final creo que di con él y escribí unas introducciones que además de hablarnos de estudios reales y “serios”, lo hacen de modo ameno mediante anécdotas curiosas y divertidas.
José Luis fue un lector muy crítico y me ayudó a lograr ese tono. Creo que eso ha sido muy bueno para que el libro funcione.

4.    ¿Fue difícil trabajar juntos? Combinar ideas, relatos, teorías… y el proceso de escritura, que de normal a uno sólo le surgen mil ideas siendo dos sería el doble, ¿cómo os organizasteis?
D: Yo le contaba a José Luis la parte científica, cómo a la hora de esperar nos influía el entorno, estar o no acompañados, ociosos u ocupados, con información acerca del tiempo de espera o sin ella…, y lo relativo al resto de los factores que trata el libro, y a partir de ahí cada uno trabajaba por separado.

JL: No fue difícil sino divertido, aunque como dice Diana trabajábamos cada uno por su cuenta una vez sentadas las bases de cada capítulo. Antes de ponernos a escribir conversamos mucho acerca del tiempo y las esperas, y eso nos ayudó a estar muy metidos en el tema del libro, y a que después cada uno lo canalizase a su terreno.

5.    El proceso de documentación imagino que tuvo que ser muy difícil, porque por ejemplo en la parte de Diana se utiliza muchísima bibliografía, ¿nos podríais comentar cómo fue?
D: Como dije antes, comencé a estudiar la influencia del tiempo de espera al escribir mi tesis, y de ese trabajo de investigación procede la bibliografía que tuve que estudiar. Sin embargo, encontré mucho material que no tenía cabida en una tesis doctoral, pero que sí me parecía interesante y que debía divulgarse. Gracias a “El rapto del tiempo” he tenido la ocasión de poder contarlo a otras personas. Investigar te obliga a ser muy minucioso, por un lado tienes que saber todo lo que ya se ha estudiado, y por otro tienes que contribuir con tu pequeño granito de arena.

6.     José Luis, tú en cambio te centras en los relatos, ¿dónde te inspiraste? ¿Fue muy difícil conseguir la unión de la teoría con el ejemplo ficticio?
       JL: La inspiración para escribir los relatos la obtuve de lo que Diana me contó acerca de los factores que nos afectan a la hora de esperar. Ella me explicó en qué consistía cada uno de ellos... y yo dejé volar mi imaginación. Más que difícil, podría decir que fue un reto escribir una serie de historias que fuesen encajando en los distintos capítulos. Sin embargo, y como mencioné antes, al ser una inspiración absolutamente libre me sentí muy cómodo a la hora de construir los relatos. Las conversaciones que mantuve con Diana hicieron que se me ocurriesen muchas y muy variadas ideas. De hecho, esta diversidad se ve reflejada en los diferentes géneros que tocan los relatos y que varían del humor al suspense o a la ciencia ficción.

7.    Nos podéis hablar de vuestra faceta de escritores, ¿sois organizados o caóticos? ¿Cuánto tiempo le dedicáis?
JL: Soy bastante organizado. Si me siento a escribir un relato, pienso primero en qué voy a contar y cómo voy a hacerlo y luego me pongo a ello hasta terminarlo. Para las historias de “El rapto del tiempo” me apunté las ideas que me vinieron a la cabeza para cada relato y luego los fui escribiendo de uno en uno, aunque no en el mismo orden en que aparecen en el libro sino según se me iban ocurriendo.
A la hora de plantearme una novela mi método es similar. Lo primero saber de dónde quiero partir y adónde quiero llegar, y luego esbozar en un papel las líneas generales del argumento; el esqueleto que iré rellenando cuando me ponga a escribir.
También, y en caso de que la historia lo precise, antes me documento en aquello que sea necesario.
En cuanto al tiempo que le dedico, pues todo el que puedo, lo que no siempre resulta sencillo. También soy médico, traductor... y tengo una familia que atender. No obstante, se trata de organizarse y tengo estructurado mi trabajo para disponer de tiempo para escribir a lo largo de la semana. Por supuesto, surgen imprevistos y hay que ir priorizando, pero se puede llegar a todo.

D: A mí me cuesta mucho. Tengo que estar muy concentrada y hasta que doy con la idea de lo que quiero contar y cómo lo quiero contar para que sea fácil de entender, reconozco que… sufro. Se  trata, sin embargo, de un sentimiento de frustración que luego se compensa cuando lo resuelves, o al menos crees que lo has resuelto.


8.    Autores y obras de cabecera
JL: Igual que soy bastante ecléctico a la hora de escribir y me gusta tocar diferentes géneros, también lo soy a la hora de leer. Y es cierto que, como nos pasa a todos, hay determinados libros o autores que te influyen mucho en un periodo de tu vida.
Por citar algunos, Charles Webb y su libro “El graduado”. J.D. Salinger, además de por “El guardián entre el centeno”, también por su libro de relatos “9 cuentos”. De Jack Kerouac destacaría “En el camino” y “Los subterráneos”. Otros autores que me interesan son Truman Capote, William Burroughs, Ernest Hemingway, Boris Vian, Haruki Murakami (y también Ryu Murakami), Paul Auster, Douglas Coupland, Nick Hornby, Borges, Oscar Wilde…
Me gustan los autores con sentido del humor, desde el surrealista de Jardiel Poncela hasta el más sutil de Eduardo Mendoza.

D: En este momento de mi vida estoy muy centrada en mi trabajo y leo mucho pero sobre temas profesionales. Sin embargo, hay autores que han dado el salto a la divulgación y que admiro y me gusta recomendar. Por ejemplo Dan Ariely del que se ha traducido al español “Las trampas del deseo”, aunque mi favorito es “Irracionalidad predecible”. Este profesor del MIT se dedica a estudiar lo irracionales que somos las personas, por mucho que nos guste pensar lo contrario. Algo que además se observa en las esperas. A nadie le gusta esperar, pero si un sitio tiene mucha gente esperando en seguida pensamos que es bueno. Como dice Ariely, somos predeciblemente irracionales.

9.    Consejos que le daríais a escritores noveles que desean escribir.
JL: El primero y obvio es leer. Y después de esto, que se le supone a cualquier escritor, lo más importante es corregir. Puede parecer también una obviedad, pero lo considero fundamental. Es cierto que es difícil encontrar un libro que no tenga una sola errata, pero hay que buscarlas de manera incansable una y otra vez. Y no únicamente erratas como una letra bailada, una tilde mal puesta o cualquier error gramatical, sino poner especial esmero en no repetir con demasiada frecuencia palabras o expresiones, en no resultar reiterativo ni rebuscado, y en pulir la historia.
Con frecuencia oigo comentarios que culpan a las editoriales de las erratas en los libros por no haberlos revisado bien antes de publicarlos. Por supuesto estoy de acuerdo en que la editorial debe hacer también esa labor, pero el responsable del texto es el autor y él es el principal “culpable” de lo que aparece escrito.
Me sorprende cuando alguien dice que ha terminado un libro al llegar al punto final y todo lo más le dedica un par de leídas antes de considerarlo acabado y mandarlo a una editorial o a un agente. La fase de corrección, tal y como yo lo veo, dura mucho tiempo e incluye incontables revisiones del texto.
Mi truco particular consiste en leer en voz alta; aunque pueda resultar más pesado, ayuda a ver con claridad cómo “suena” el texto y si todo fluye de modo natural o no.
     
      D: Hazlo. Dedícale todo el tiempo que se merece un buen proyecto. Se crítico   contigo mismo y busca lectores que no tengan miedo ni vergüenza de decirte si lo que haces es bueno. Si escribes para los demás, la opinión de los demás vale mucho.

10.    Próximos proyectos.
JL: Otro libro de relatos, también con un tema de fondo común, y una novela en torno a un grupo de amigos.

D: Ahora estoy muy metida en marketing sensorial. He publicado un libro de texto: Marketing Sensorial en el punto de venta y me gustaría darle algo de recorrido a nivel divulgativo.

Muchas gracias a ambos por participar en nuestro blog. Espero que hayáis disfrutado con la entrevista tanto como nosotros con vuestro libro. Seguro que el libro es un éxito y hace reflexionar a más de uno.